Montar una escuela de esquí entre tres colegas (y no morir en el intento)
Seamos sinceros: todo profesor de esquí ha criticado alguna vez desde el telesilla. A ese instructor que habla más que enseña, ese grupo perdido que parece en excursión escolar, ese profe que da la clase sin gafas ni guantes y con el casco torcido… Nosotros no éramos la excepción. Tres buenos amigos, tres compañeros de clase (y de fiesta), tres profes de esquí y demasiadas horas de telesilla pensando “se puede mejorar”.
Hasta que un día alguien dijo lo que nadie se atrevía a decir en serio:
“¿Y si dejamos de rajar y montamos la nuestra?”
Silencio. Risas. Y después, el típico “buah, no hay huevos”. - mamá pedimos perdón de antemano por la expresión- Pues los hubo. Y así nació Kamber.
Lo que parecía una broma acabó convirtiéndose en un proyecto de verdad. No solo queríamos dar clases: queríamos romper con el modelo clásico de escuela de esquí, ese que muchas veces funciona sin preocuparse demasiado de quién tienes delante, de sus motivaciones o de cómo aprende. Además, los tres nos habíamos conocido en la universidad, estudiando Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y teníamos claro que de alguna manera queríamos mezclar la pura enseñanza del esquí con la preparación física.
Nuestro plan era distinto:
Personalización real: conocer al alumno antes de pisar la nieve, concocer el “background” previamente, informes de seguimiento, feedbacks reales y ejercicios de mejora.
Tecnología como aliada: análisis en vídeo, GPS, recursos online, dispositivos de nueva generación.
Importancia a la preparación física: centro de entrenamiento especializado en el rendimiento del esquí.
Una marca con personalidad: uniforme cuidado, comunicación fresca, identidad clara.
Crear comunidad: que Kamber no sea solo una escuela, sino un grupo de gente que entiende el esquí de otra manera.
Por el camino descubrimos que montar una escuela no es solo amor por el esquí: es aprender de finanzas, de marketing, de estrategia, de normativa legal, de diseño de ropa y hasta de carpintería y pintura de paredes! Muchas horas de ordenador, llamadas eternas y planes de negocio que casi acaban en bola de papel.
Pero aquí estamos: con Kamber Ski Lab en marcha, con ilusión y con ganas de demostrar que se puede enseñar diferente, con profesionalidad y buen humor, y que las nuevas generaciones de profes también tenemos mucho que aportar.
¿Fue una calentada? Sí.
¿Un tanto arriesgado? También.
¿Nos arrepentimos? Ni un segundo (de momento)
Porque al final, si algo hemos aprendido, es que la mejor manera de dejar de criticar desde el telesilla… es empezar a hacer las cosas a tu manera. ¡Ahora nos podrán criticar a nosotros!
No sabemos si funcionará, puede que en tres años volvamos a estar los tres en el telesilla criticando, y bastante mas pobres… pero por lo menos no nos habremos quedado con las ganas… ¡y tendremos un traje guapo!
Si has llegado hasta aquí, en nombre del equipo te damos las gracias. Periódicamente iremos compartiendo cosas más interesantes y cosas que no tanto… o lo que se nos pase por la cabeza. A veces será en castellano y otras en catalán, así que os apañáis cómo podáis.